viernes, 24 de febrero de 2012

Sonidos de Rayuela. Capítulos 136 y 12

1.     Coleman Hawkins. Body and soul.
2.     W.A. Mozart. Concierto Nº 23 In A 2. Adagio.

Ahora Ronald había puesto un viejo disco de Hawkins, y la Maga parecía resentida por esas explicaciones que le estropeaban la música, y no era lo que ella esperaba siempre de una explicación, una cosquilla en la piel, una necesidad de respirar hondo como debía respirar Hawkins antes de atacar otra vez la melodía y como a veces respiraba ella cuando Horacio se dignaba explicarle de veras un verso oscuro, agregándole esa otra oscuridad fabulosa donde ahora si él hubiese estado explicando lo de los lutecianos en vez de Gregorovius, todo se hubiera fundido en una misma felicidad, la música de Hawkins, los lutecianos, la luz de las velas verdes, la cosquilla, la profunda respiración que era su única certidumbre irrefutable, algo sólo comparable a Rocamadour o a la boca de Horacio o a veces a un adagio de Mozart que ya casi no se podía escuchar de puro arruinado que estaba el disco.



3.     Dizzy Gillespie. Coast to coast.

Gregorovius le acarició el pelo, y la Maga agachó la cabeza, “ya está”, pensó Oliveira, renunciando a seguir los juegos de Dizzy Gillespie sin red en el trapecio más alto, “ya está tenía que ser. Anda loco por esa mujer, y se lo dice así, con los diez dedos. Cómo se repiten los juegos. Calzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más sabido. Pero si soy yo mismo acariciándole el pelo…Te voy a tener que romper la cara, Ossip Gregorovius, pobre amigo mío. Sin ganas, sin lástima, como eso que está soplando Dizzy, sin lástima, sin ganas, tan absolutamente sin ganas como eso que está soplando Dizzy.


4.     Bessie Smith. Baby doll.

-Solución de compromiso -dijo Etienne-. Coincidencia de todos los sufragios: oigamos a Bessie Smith, Ronald y Babs se largaron a reír, no se veía bien por qué, y Ronald buscó en la pila de viejos discos. La púa crepitaba horriblemente, algo empezó a moverse en lo hondo como capas y capas de algodones entre la voz y los oídos, Bessie cantando con la cara vendada, metida en un canasto de ropa sucia, y la voz salía cada vez más ahogada, pegándose a los trapos salía y clamaba sin cólera ni limosna, I wanna be somebody´s baby doll, se replegaba a la espera, una voz de esquina y de casa atestada de abuelas, to be somebody´s baby doll , más caliente y anhelante, jadeando ya I wanna be somebody´s baby doll .


5.     Bessie Smith. Empty bed blues.

Quemándose la boca con un largo trago de vodka, Oliveira pasó el brazo por los hombros de Babs y se apoyó en su cuerpo confortable. La voz de Bessie, se adelgazaba hacia el fin del disco, ahora Ronald daría vuelta a la placa de bakelita (si era bakelita) y de ese pedazo de materia gastada renacería una vez más Empty Bed Blues, una noche de los años veinte en algún rincón de los Estados Unidos. Ronald había cerrado los ojos, las manos apoyadas en las rodillas marcaban apenas el ritmo. También Wong y Etienne habían cerrado los ojos, la pieza estaba casi a oscuras y se oía chirriar la púa en el viejo disco, a Oliveira le costaba creer que todo eso estuviera sucediendo. ¿Por qué allí, por qué el Club, esas ceremonias estúpidas, por qué era así ese blues cuando lo cantaba Bessie?

No estaba lo bastante borracho para dejar de pensar consecutivamente, y le bastaba ese pobre pensamiento para sentir que lo alejaba cada vez más de algo demasiado lejano, demasiado precioso para mostrarse a través de esas nieblas torpemente propicias, la niebla vodka, la niebla Maga, la niebla Bessie Smith. Empezó a ver anillos verdes que giraban vertiginosamente, abrió los ojos. Por lo común después de los discos le venían ganas de vomitar.



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1 comentario:

  1. Fantastico trabajo !! te felicito y publico tu link en mi pagina musical" SONÍRICUS" en Facebook!Gracias y saludos!! Tania

    https://www.facebook.com/Soniricus?ref=hl

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