martes, 7 de febrero de 2012

The Artist. MICHEL HAZANAVICIUS, Francia, 2011


Es sin duda The Artist un producto atípico dentro de la producción cinematográfica actual, no por tratarse de un film mudo y con intertítulos, formato utilizado en los últimos años, entre otros, por directores como Kaurismakki, Pablo Stoll o Esteban Sapir, sino por conseguir ensamblar cierta estética asociada a los orígenes del cine con un lenguaje puramente contemporáneo.

Cuenta su director, Michel Hazanavicius, que decidió realizar una película sobre la transición del cine mudo al sonoro recordando las películas de Fritz Lang, Murnau, Griffith o Eisenstein. Si bien, The Artist no posee ninguna de las cualidades estéticas ni experimentales de los filmes de estos directores, pero, al contrario, sí que bebe de filmes mudos de aventuras, especialmente los de Douglas Fairbanks, del lenguaje cinematográfico de las comedias de situación y el cine de acción actual y, sobre todo, de las referencias mitológicas y el imaginario colectivo que como espectadores del Siglo XXI poseemos sobre el paso del cine mudo al sonoro, imaginario construido por clásicos como El crepúsculo de los dioses o Bailando bajo la lluvia.

Pese a la macdonalización del lenguaje de cine mudo, no son pocas las virtudes de The artist; tales como el tratamiento de la parábola central sobre la necesidad de adaptarse a los cambios en el entorno para no acabar desapareciendo, la magnífica expresividad de la puesta en escena o el impecable trabajo de sus actores.

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