lunes, 22 de noviembre de 2010

La sed. INGMAR BERGMAN. Suecia, 1949.

Analizando en conjunto la obra de Ingmar Bergman se puede descubrir su forma circular, como si de un anillo se tratara y por el que tras mucho transitar por su interior no lograras más que alcanzar de nuevo el inicio, ya que son sus primeras películas, “Juegos de Verano”, “El verano con Mónica” o “La Sed”, las que más se parecen en sus propuestas, sus tramas y sus trasfondos a sus últimas disecciones de las relaciones de pareja como“Secretos de un matrimonio”, “La carnaza” o “Saraband”; después de dejar atrás, aunque nunca definitivamente, sus películas más existencialistas, más místicas, más metafísicas, como “El Silencio”, “La vergüenza”, “Los comulgantes”, “Tras el espejo”…


Bien es cierto que de sus primeras películas a su fase final el estilo se transforma y los diálogos no sólo pasan a pulirse milimétricamente dotándoles de mayor carga psico-filosófica, sino que además pasan a centrándose más en las consecuencias dramáticas, en la desesperanza y en la angustia vital; pero tanto en unas como en otras, con 30 años de diferencia, lo que se retrata es lo mismo: la descomposición del amor y la familia en contextos buergueses así como el fracaso de la institución matrimonial, descrita con violencia contenida (cuando no explícita) y sustentada sobre la incomunicación, la soledad y los traumas de los cónyuges.

En “La sed”, y centrándose en un personaje femenino, -como suele siempre hacer Bergman, el de una joven exbailarina, Ruth, antesala, con 20 años de antelación de los personajes devastados de Cara a Cara o La Carcoma, el director sueco introduce la fría y pesimista visión que sobre las relaciones humanas, familiares y sentimentales posee, para conducirnos desde la pérdida de la inocencia y la muerte de las ilusiones juveniles de la protagonista hasta la desesperanza y resignación respecto al amor en su edad adulta.


Ruth ha dejado de confiar en los hombres por los que siente un profundo y ciego rencor después de verse obligada a abortar tras el rechazo sufrido por su antigua pareja, un militar casado que decide abandonarla tras conocer su embarazo. Su resentimiento lo canaliza a través de Bertil; un “sustitutivo”, como ella misma lo considera, con quien atraviesa en tren una Alemania devastada y en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial.

Los ambientes cerrados, amortajados y enfermizos de la habitación de un hotel y más tarde del departamento en el vagón del tren, asfixiantes y pegajosos, alientan las continuas discusiones entre la pareja, sus renovados desprecios, sus amenazas, sus miedos, así como las mutuas fantasías de deshacerse del otro.



La película se estructura en escenas de gran duración (en el hotel, en el tren, una trama paralela de la ex novia de Bertil y un flash back de juventud de Ruth), con tomas largas y muy descriptivas, en la que los personajes exponen ciclotímicamente su errática evolución sentimental. Asimismo ciertas imágenes de ensayos teatrales, atmósferas opresivas –cierta secuencia de seducción lésbica con planos que anticipan “Persona”-, de multitudes desesperadas o escenas con rasgo onírico, permiten descubrir al Bergman que acabará revolucionando el cine unos pocos años más tarde; ya que, por fin, como él mismo reconoce, “con La Sed había logrado dominar la torpe máquina cinematográfica”.




ESCENA DAGUERROTIPO

Multitudes desesperadas pidiendo limosna o un poco de pan, lanzándose a las ventanillas de los vagones, donde, como si de un safari se tratara, sin entrar en contacto, los viajantes ceden sus migajas.

Así muestra Bergman la Alemania destruida tras la Guerra que le sirve de contexto para “La sed”; una de amenaza externa, un horror por la verdad y al mismo tiempo una metéfora de las relaciones humanas.


Más sobre La Sed de Ingmar Bergman: http://daguerrotiposyotroscines.blogspot.com/2012/02/la-sed-ingmar-bergman-suecia-1949-2.html


DÓNDE

http://www.tipete.com/userpost/peliculas-series-y-tv-gratis/la-sed-ingmar-bergman-1949-suese

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